El 2017 el fuego llegó a la puerta de muchas casas. El informe de WWF sobre lo ocurrido el año pasado alarma sobre esta nueva generación de incendios. Son de muy alta intensidad y arrasan los bosques, viviendas y todo lo que encuentren a su paso.
De que hablamos...
Más frecuentes y más virulentos: los incendios que vienen
A 19 de agosto de este año ya llevábamos más de 18.000 hectáreas quemadas. El portal de Europa Press con apoyo del Ministerio para la Transición Ecológica, que incluye noticias actualizadas a diario con los incendios forestales activos, lo deja claro: en verano, ni un día sin incendios. Además, hay que tener en cuenta que en septiembre aún no se ha acabado la temporada de riesgo, que cada vez es más larga por el cambio climático.
Así, durante el verano son continuas las noticias sobre incendios en los medios de comunicación. Muchas veces nos conmueven porque afectan a parques naturales y entornos muy valiosos. Pero en 2017 las imágenes del fuego en núcleos habitados y hasta ciudades como Vigo nos impactó como nunca antes.
Pero, pasada la temporada caliente y con una falsa percepción de seguridad, la agenda informativa pospone la temática incendios hasta el verano siguiente. Sin embargo, sabemos de sobra que el drama que genera el fuego no acaba cuando se da por apagado. Es a partir de ahí cuando comienzan a verse las consecuencias reales. Una vez superada la fase de extinción, arranca otra igual de importante: la regeneración de las superficies dañadas y la prevención de futuros fuegos.
Más allá de otra catástrofe natural en la tele
¿Qué hay detrás de las estadísticas de las miles de hectáreas arrasadas cada año en España? Mucho más de lo que vemos en los paisajes de cenizas y desolación en los medios. Como en una versión perversa del triple balance, los incendios forestales afectan al medio ambiente, a las personas y a la economía. E igual que no hay una única causa que favorezca la propagación del fuego, sus consecuencias también son múltiples.
Al enorme daño medioambiental hay que sumar las pérdidas económicas y problemas sociales como el desempleo y la migración. Viendo la virulencia de los últimos incendios, esta problemática solo puede aumentar si no se toman medidas adecuadas.
Una reforestación planificada y eficaz
Descubrimos hace unos días un interesante proyecto que aúna el triple balance en su propuesta para mejorar espacios degradados tras los incendios. Se trata de las siembras forestales que la Asociación Nacional de Empresas Forestales (ASEMFO), la consultora Grupo SYLVESTRIS, la Fundación CAPACIS y el Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA) están desarrollando con éxito.
A nivel ambiental
En las zonas más afectadas es necesario plantear un trabajo de recuperación desde un punto de vista técnico y especializado. Tras un incendio lo más urgente es evitar la pérdida de suelo.
La restauración de estos espacios facilita la regeneración de especies autóctonas de una forma más rápida, asentándose en el territorio y favoreciendo la aparición de otras especies de flora y el retorno de la fauna a su hábitat natural.
La forma de trabajar es sencilla y tiene gran beneficio a nivel local. Se recolectan semillas de especies autóctonas de las regiones afectadas y se trabaja con ellas en un laboratorio especializado para optimizar la germinación y arraigo de las mismas tras la siembra, dando lugar a un bosque de calidad con especies resilientes, que crean raíces profundas y están más adaptadas al lugar.
A nivel social
Este proyecto, financiado por el “Programa Nacional de Desarrollo Rural (PNDR)“del Ministerio de Agricultura Pesca y Alimentación a través “Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural (FEADER): Europa invierte en las zonas rurales”,también tiene un componente social muy marcado ya que más del 80% del personal formado y contratado son personas pertenecientes a colectivos vulnerables que viven en el entorno de las zonas afectadas.
Tiene asociados beneficios sociales más allá de los que ya genera la propia restauración de los montes. La reforestación puede generar empleo entre la población afectada por el fuego. Por eso es muy interesante involucrar en una reforestación eficaz a las personas locales. Sus conocimientos de la zona e interés en colaborar en la lucha contra los incendios son recursos muy útiles.
Sin embargo, cuando se apaga la alarma social que provocan los incendios, persisten los daños. De hecho, pueden durar varias décadas si el fuego calcina el medio de vida de miles de familias. Y no olvidemos del daño emocional. El riesgo de que se produzca un nuevo incendio aviva el sentimiento de incertidumbre. Pueden empeorar así los procesos depresivos que muchas personas sufren en estas situaciones.
Y a nivel económico
A pesar del enorme impacto de los incendios, solo se restaura un 20% de las superficies quemadas. La reforestación supone un gasto muy alto. Desde 2010 ha supuesto unos 39 millones de euros a las distintas administraciones.
La siembra forestal puede reducir los costes de reforestación en más de un 50% frente a la plantación, además de generar puestos de trabajo en las zonas afectadas, favoreciendo la economía rural que tan dañada está en nuestro territorio.
INFOGRAFÍA SIEMBRAS FORESTALES (unknown, 1.679 hits)
Un mapa colaborativo
La colaboración entre las administraciones, el tejido asociativo, la empresa privada y la propia ciudadanía es imprescindible. Solo así se conseguirá un trabajo de recuperación eficaz. Una acción interesante es el mapa colaborativo que forma parte del proyecto de siembras. En este mapa cualquier persona puede añadir espacios afectados por incendios. También puede proponer la restauración del entorno a través de la siembra forestal.
Entra y aporta tu granito de arena en el mapa colaborativo pinchando aquí
La lucha contra los incendios: un compromiso de toda la sociedad
Los bosques y montes son generadores de riqueza. Hablamos de recursos económicos para muchas familias, pero también de calidad de aire y agua para poblaciones enteras. Además, un territorio natural sano y protegido es una fuente de cohesión social.
Los incendios forestales son un problema transversal que afecta y se ve afectado por otros igual de relevantes. Nos referimos a la crisis y abandono del medio rural, la gestión del territorio y la conservación del entorno, por poner solo algunos ejemplos. La conjunción de estos factores sociales, económicos y naturales son el caldo de cultivo de los grandes fuegos.
Por eso la lucha contra los incendios debe hacerse desde la corresponsabilidad y con una perspectiva amplia. Debe implicar a las administraciones, a las áreas de RSC de las empresas privadas y también a las poblaciones locales.
Si queremos recuperar los espacios verdes perdidos en las últimas décadas y evitar más daños, debemos trabajar por un compromiso activo de todos los agentes sociales. ¿Nos ponemos a ello?