Cada vez somos más exigentes con las empresas como consumidores/as y como sociedad. Sabemos que si quieren pueden tener un importante papel como agentes de cambio. Para cubrir estas demandas sociales entra en juego la Responsabilidad Social Corporativa (RSC), imprescindible ya en las compañías de mayor tamaño.
De que hablamos...
Pero, ¿qué es la RSC?
También conocida como Responsabilidad Social Corporativa es, en su sentido más amplio, la forma en la que las empresas se comprometen con la sociedad.
El efecto de la globalización ha provocado que haya multinacionales con más poder que muchos estados. Con la crisis, la privatización de servicios básicos se ha convertido en el negocio de muchas compañías. Y, como sabemos bien, la propia actividad empresarial puede provocar perjuicios al medio ambiente. Por todo esto es necesaria la Responsabilidad Social Corporativa: es una forma de que las empresas reduzcan su impacto negativo en la sociedad. Si se la toman en serio, claro.
Las empresas suelen decantarse por tres grandes áreas para llevar a cabo su RSC en un particular triple balance: la económica, la social y la medioambiental. Es un concepto transversal, que afecta a todos los ámbitos empresariales y que se perfila como fundamental para conseguir los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
La RSC no es responsable ni social si el compromiso no es real
Muchas empresas han visto un filón en esto de la Responsabilidad Social, y el greenwashing —entre otros “lavados”—está a la orden del día. Pero la RSC se debe practicar porque se cree en ella, no para tener algo positivo que comunicar.
Lo que se busca es que el público se identifique con el proyecto y que, idealmente, llegue a convertirse en embajador de la marca. Una sobreexposición de las acciones responsables que lleva a cabo una empresa puede percibirse como simple simple publicidad encubierta. En ocasiones la RSC se enfoca de forma errónea y poco coherente con la actividad empresarial, o le falta profundidad y hay poco interés por llevarla a cabo. ¿Y cuál es la consecuencia de todo esto? Decir adiós a la credibilidad que se pensaba ganar.
Es decir, además de no conseguirse el efecto maquillaje —cada vez hay más prevención e información para detectarlo— se pierde la oportunidad de introducir cambios tangibles y positivos en el entorno y en la propia empresa. Porque, muchas veces no se perciben los beneficios de adoptar políticas responsables para el público interno. Nos referimos a cosas como estas:
- Oferta amplia de ventajas sociales para los/as trabajadores: facilitar la conciliación, por ejemplo. ¿Beneficio? La retención de talento y el compromiso de la plantilla.
- Mejora en las condiciones laborales: entornos más saludables, por ejemplo. ¿Beneficio? Disminución de los riesgos laborales, las bajas y, por tanto, los costes.
- Optimizar los procesos de producción para que sean más sostenibles: tratar los residuos de forma adecuada, por ejemplo. ¿Beneficio? Atracción del talento y de nuevas inversiones.
- Promoción del talento femenino: medidas para favorecer el liderazgo de las mujeres. ¿Beneficio? Profesionales que se identifican más con la empresa y aprovechamiento del talento.
Todas estas medidas —son solo algunos ejemplos— repercutirán en la sociedad pero solo tras provocar cambios internos en las propias empresas.
Ser auténticos/as es mirar lejos
La responsabilidad se ejerce día a día y con la vista puesta siempre en el futuro. Si la tuya es una empresa comprometida, invertir en RSC es la mejor forma de demostrarlo. En Verdes Digitales sabemos cómo comunicar bien lo que haces y que además sea accesible a tu público, que cada vez demanda más actitudes empresariales responsables.