Impacto dudoso. Beneficio inesperado. Estos días vemos muchos titulares sobre cómo la crisis del COVID-19 está provocando un desplome en las emisiones de gases invernadero en todo el planeta. Los canales de Venecia lucen sorprendentemente limpios. Tanto que hay peces, y hasta cisnes. Los elefantes se toman unas copas y duermen una siesta cuando no hay gente de por medio. Los delfines vuelven a Cerdeña… Da mucho que pensar ver que, cuando los humanos paramos, la naturaleza se abre paso.
La crisis del coronavirus le da un respiro al planeta
Las imágenes de la NASA y de la Agencia Espacial Europea no dejan lugar a dudas: nuestros cielos reducen su nivel de contaminación y tenemos un aire más limpio que nunca. El impacto del parón económico de China, un gigante también en cuanto a contaminación se refiere —suyas son el 30% del CO2 mundiales— es evidente. Ni quema de carbón, ni vuelos, ni producción de acero, ni tráfico rodado. El coronavirus, paradojas, está dando un respiro al medio ambiente.
Eso sí, este es un fenómeno de sobra conocido. De hecho, con cada crisis sucede algo parecido; una bajada del PIB y de la producción se traduce en una reducción de las emisiones. Pero esto, que a priori resulta tan positivo, no supone un gran avance. La razón es que se produce un efecto rebote cuando se reanuda la actividad, que vuelve además con más fuerza que antes gracias a los estímulos y las ayudas económicas.
En resumen, cuando arranquen a funcionar de nuevo las grandes economías mundiales, volveremos a las andadas. Porque para superar la urgencia climática lo que necesitamos son cambios estructurales y no un simple paréntesis. La pregunta es, ¿verá el mundo en la coyuntura actual la ocasión para acometerlos de una vez por todas?
“El cambio climático es una amenaza mucho mayor que el coronavirus”
No es una afirmación nuestra. Es una reflexión del secretario general de la ONU, Antonio Guterres, anticipándose a una consecuencia indeseada más de la extensión del coronavirus. Porque, con el foco en el problema sanitario ahora y en la recuperación económica, es muy posible que se posponga la acción contra el cambio climático.
El año 2020 se presentaba como clave para la lucha contra el calentamiento global, con la entrada en vigor del Acuerdo de París. Pero ahora cualquier cosa parece posponerse sine die; de hecho, hasta peligra la celebración de la COP 26.
La crisis del coronavirus —y la infodemia que trae aparejada— es urgente, nadie lo duda. Pero no hace menos acuciante el problema medioambiental. Es más, con esta verdadera pandemia que amenaza el futuro del planeta convivimos desde hace mucho más tiempo. Y los costes en vidas humanas son enormes. Sin embargo, la acción dista mucho de ser tan reactiva. Por si fuera poco, la acción civil, que tanta presión estaba ejerciendo estos últimos tiempos, ha quedado paralizada: desde las manifestaciones de Fridays for Future a las horas del planeta de WWF (actualizamos: se vuelven a celebrar, pero online).
Solo esperamos que no se utilice esta situación tan grave que vivimos y la crisis económica que acarrerá como excusa para relajar las políticas contra la urgencia climática. Ahora, más que nunca, hay que seguir invirtiendo en una sanidad pública, energías limpias y cambiar un modelo que es insostenible y se ceba con las personas menos favorecidas.
Esperemos que lo urgente nos permita seguir viendo lo importante. La crisis climática es la emergencia número uno a la que se enfrenta la humanidad. En estas semanas estamos descubriendo de una forma brutal la fragilidad del sistema. Toca trabajar sin descanso para cambiarlo y que ni el planeta ni las personas nos quedemos atrás.
4 respuestas
Me parece que sólo ha sido un paréntesis en esta andadura, un paréntesis donde hemos podido comprobar como la paralización del mundo, la paralización de la fabricación y del consumismo a gran escala han provocado en el Planeta los efectos deseados, sin embargo volveremos a la cruda realidad, no creo que aún podamos responder ante esta adversidad como verdadera especie humana. Sigue faltando conciencia de reciclaje, sigue faltando la conciencia de una economía circular, son algunos los avances pero por desgracia son más los atrasos. Hay que seguir luchando, no nos queda más remedio.
Esperemos que de esta grave crisis sanitaria, social y económica sirva para hacer reflexionar sobre el modelo imperante actual y se trabaje en nuevas líneas más sostenibles. La economía circular es clave para ello. Gracias por tu comentario. Saludos!
Excelente información, es importante cuidar el medio ambiente.
¡Muchas gracias! No solo importante, es necesario 😉